Cornellà de Llobregat, 16 de octubre de 2015

Han pasado 10 años desde que un grupo de 8 adolescentes comenzaron en el Aula Taller, un proyecto educativo que se ponía en marcha en el Parque de Can Mercader de Cornellà de Llobregat. Aquella pequeña iniciativa, surgida desde los Servicios Territoriales del Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya y con el apoyo del ayuntamiento de la ciudad, fue la semilla de la Fundació El Lllindar, entidad que hoy en día ofrece una nueva oportunidad aquellos adolescentes y jóvenes que están descolgados del sistema educativo y a menudo desligados de la vida misma. Desde entonces ha acompañado a casi 3.000.

Coincidiendo con esta efeméride, el psicólogo y amigo Jaume Funes, decidió «poner la letra» a lo que, desde su opinión, hacía tan singular a El Llindar. El resultado es El relat educatiu d’una escola singular. El Llindar, un libro que, en palabras del autor, «no quiere ser un manual de pedagogía ni de salud mental, sino un relato digital que debería reescribirse cada día». Durante un año fue observando, conversando con profesionales y alumnos, y viviendo de primera mano una propuesta educativa que lucha para dar una respuesta a una de las principales problemáticas de nuestro país: el fracaso y el abandono escolar. Complementan el relato las ilustraciones de otro buen amigo, Perico Pastor. Con un trazo sencillo pero emocionante logra captar lo que desde hace una década se está construyendo en esta escuela que no es escuela, aunque intenta que se la reconozca como tal.

Ambos eventos merecían una celebración con todas aquellas personas que habían ayudado a hacer crecer a El Llindar. Por ello, el pasado jueves 15 de octubre se organizó en el Palacio de Can Mercader un pequeño acto de presentación del relato, a la vez que servía para conmemorar el décimo aniversario de la entidad. Se sumaron 150 amigos y amigas, compañeros infatigables de viaje, entre representantes de la administración, compañeros y compañeras de otras entidades, patrones, patronas, miembros del equipo docente de todos estos años, alumnos y antiguos alumnos y alumnas.

El acto, moderado por el periodista Quim Morales, se inició con una mesa redonda donde se sentaron Jaume Funes y Perico Pastor, acompañados de Antonio Balmón, alcalde de la ciudad, Francesc Vilà, Director Socio-sanitario de la Fundació Cassià Just, y Carme Arnau, Inspectora de Educación de la Generalitat de Catalunya.

Con ellos y ella se hizo un pequeño recorrido por la trayectoria de El Llindar y lo que la hace singular. Se coincidía en que éste era un proyecto que parecía imposible hace 10 años, donde se ha llegado después de «muchas tormentas y desiertos». Uno de los aciertos había sido y es la mirada singular que se pone en cada adolescente; uniendo la visión educativa con la emocional, cuidando de cada uno, poniéndolo en el centro para acompañarlo a dar el paso de joven a alumno y luego a trabajador. La experiencia de El Llindar los llevaba a plantear la necesidad de un sistema educativo como una suma de singularidades. En esta línea, el alcalde adquirió el compromiso de apostar firmemente por la Escuela de Segunda Oportunidad.

A continuación se proyectó un video realizado por los actuales alumnos y alumnas en el que ponían de manifiesto en pocas palabras lo que para ellos era El Llindar: comprensión, posibilidad, oportunidad, experiencia, ayuda, escolarización, futuro, construcción, confianza, expresión y vida.

 

 

Estas palabras fueron confirmadas por una segunda mesa con una representación de los auténticos protagonistas y razón de ser de El Llindar: los y las adolescentes y jóvenes. Javi, Janira, Hamadou y Nerea compartieron de manera sincera su experiencia y todo lo que había significado para ellos y ellas: una segunda oportunidad, una familia, motivación y deseo por aprender, entre otros.

El acto se cerró con unas breves palabras de la Begoña Gasch, directora de El Llindar, quien agradeció el apoyo de la ciudad, de la Generalitat de Catalunya, de los institutos y entidades, así como del equipo docente y de los alumnos. «Son ellos y ellas quienes nos han enseñado a construir El Llindar. Sin ellos no estaríamos». También recalcó que, a pesar de no haber conseguido el encaje administrativo deseado, «resistimos para no abandonar, porque tenemos mucho deseo de continuar».

Finalmente, un refrigerio cocinado y servido por los alumnos del nuevo curso de cocina puso el punto y final a una velada de recuerdos, emociones y buenos deseos que alientan a El Llindar a seguir adelante, apostando por un modelo formativo y de acompañamiento que se ‘está demostrando de éxito.